Nos lo pasamos genial.
Parecía que era la primera vez. Y es que estábamos todos tan nerviosos que, ni los más veteranos en estas lides hubieran podido aguantar ese pellizco en el estomago.
Y así fue, a las siete de la mañana estábamos en la gasolinera esperando a que llegara todo el grupo para poder salir dirección hacia Sevilla, a la MEDIA MARATON ISLA DE LA CARTUJA.
Como siempre uno del grupo, y resulta que casi siempre es el mismo, llega cinco minutos tardes. El resto, con el chandal oficial del Club, gastándonos bromas.
¿Dónde desayunamos?, ¿Cómo nos distribuimos?...
-Yo voy con Carlos que conoce Sevilla, ya que él estuvo allí viviendo durante cinco años, y de esa manera podemos ir a recoger los dorsales a casa de mi sobrina, que nos lo recogió el miércoles para que no hiciéramos colas.
Y de esa manera nos fuimos los tres coches con ocho corredores mas algún que otro acompañante, que puedo asegurar que se lo pasó genial.
La primera en la frente, y es que la Duquesa estaba cerrada.
-No pasa yo fui camionero y en la cementera hay una venta en la que se desayuna muy bien- añadió otro de los corredores, el más viejo de todos.
Lo que no sabíamos es que el camionero cogía esa carretera cuando ni tan siquiera era nacional, y no tuvimos manera de entrar en la cementera. Y tras risas y discusiones, al final igual que siempre, desayuno en el cuadrejón , en la autopista.
A la llegada a Sevilla, el experto, Carlos, nos conduce durante más de media hora por una Tour por la zona este de la ciudad.
- ¡Tranquilo que llegamos!- decíamos todos entre nervios y risas.
- Es que cuando yo vivía aquí todavía no estaba ni la Giralda.
Pasadas las 09.45 recogimos los dorsales y ya sólo nos quedaba ir directamente
al Estadio Olímpico, pero la cosa hubiera sido muy fácil de no ser de que Carlos, el experto nos hubiera conducido por las entrañas de la ciudad, enseñándonos un macro mercadillo del submundo.
Nos reíamos, sudábamos, etc, y es que cada vez estábamos más nerviosos porque el tiempo se nos echaba encima y no veíamos la manera de poder salir de allí.
El atasco era descomunal y el personal que allí había, con todos los respetos, no tenía que envidiarle nada a los del Bronx.
Al final logramos llegar al estadio con el tiempo suficiente para poder calentar y correr la media maratón gracias a la eficacia de ese conductor y su copiloto. Se notaba que estuvo viviendo en Sevilla.
FIN
No hay comentarios:
Publicar un comentario